¿Qué es la adicción?

La adicción es una enfermedad compleja y crónica en la que, durante el proceso de recuperación e incluso, tras un largo tiempo de recuperación pueden producirse recaídas. Las recaídas son una realidad, y la mejor forma de prevenirlas es aceptando el riesgo y estando al tanto el llamado síndrome de la recaída.

La palabra adicto procede del término latino «addictus», que literalmente se traduce como “esclavo”. En ese sentido, la adicción somete a la persona que la padece a multitud de cambios neurológicos y conductuales que terminan por desposeerla de su auténtica libertad.  

La recaída

Una recaída se define como un regreso a los patrones de comportamiento y pensamiento típicos de la adicción activa, que ya se habían superado y que conllevan un regreso al estado anterior a la recuperación.

Las recaídas no tienen que suponer obligatoriamente un fracaso en el tratamiento, sino un aprendizaje, mediante el cual, el adicto puede tomar conciencia de que hay algo que no está haciendo bien.

Salir de una adicción implica cambiar comportamientos profundamente arraigados por lo que muchas veces, resulta fácil volver a ellos.

Por norma general, el proceso de recaída pasa por decisiones riesgosas conectadas unas con otras y que construyen una vía para que esa recaída se produzca.

Estas decisiones, parecen a simple vista poco importantes, por eso son denominadas “de riesgo relativo”, pero su efecto es acumulativo y van llevando a la persona a un punto en el que le resulta imposible resistirse a los mecanismos de la adicción.

Es como si existiera una línea imaginaria, a la que se denomina “línea de no retorno” y tras la cual, no es posible detener la conducta adictiva.

Proceso Recuperación Adicciones

¿Qué señales de alarma indican que se puede sufrir una recaída?

Existen algunas situaciones que se encuentran asociadas a la mayoría de recaídas:

  • Los estados emocionales negativos.
  • Los conflictos interpersonales.
  • Los contextos de presión social.
  • Además, existen algunas circunstancias que dificultan la capacidad de afrontamiento adecuada para hacer frente a esta situación como:
  • La inhibición de respuestas adecuadas por la ansiedad, la falta de categorización de la situación como alto riesgo, o la falta de motivación hacia la abstinencia o tentación de consumir.

Algunos de los indicadores de un riesgo de posible recaída son:

  • El regreso al pensamiento obsesivo con respecto a la adicción.
  • Aislamiento o pérdida de contacto con otras personas.
  • Aumento de la irritabilidad y/o rencor, sobre todo con su círculo cercano.
  • Discusiones frecuentes en el hogar y con la familia.
  • Insomnio e intranquilidad
  • Sentimientos de depresión y ansiedad que no se relacionan con ningún acontecimiento externo.
  • Conducta desafiante en relación al plan de recuperación: regreso a lugares de riesgo o determinadas conductas etc.
  • Descuidar el plan de recuperación
  • Actitud defensiva cuando se habla de su tratamiento y recuperación

De hecho, la mayor paradoja en las recaídas es que cuando estos síntomas son más evidentes, menor es la capacidad de la persona para poder aceptar las críticas o comentarios de las personas que lo rodean.

Algunos consejos para prevenir las recaídas:

Evita situaciones de riesgo

Es recomendable evitar toda situación o persona que pueda haber estado relacionada directamente con la adicción. Esta estrategia de control de estímulos, consiste en realizar modificaciones en el ambiente y en la conducta para reducir la presencia del deseo de volver a la adicción.

A medida que la persona adquiere un mayor control sobre su capacidad de controlar estos impulsos, puede ser útil exponerse a las situaciones que estaba evitando, de manera que la persona pueda ir adquiriendo un sentido de control superior y se puede convertir también, en una ocasión perfecta para entrenar algunas conductas asertivas, como decir «no» ante un ofrecimiento.

Acude a terapia

El proceso de recuperación implica afrontar una realidad difícil, por lo que contar con la ayuda de un terapeuta puede potenciar en la persona las estrategias de afrontamiento disponibles para adaptarse al entorno y abordar posibles déficits en el control de los impulsos y en la toma de decisiones.

Cuidado con las decisiones de “riesgo relativo“

Durante el proceso de recuperación, la persona adquiere un dominio creciente de la situación y progresivamente se siente más distanciada emocionalmente de su etapa adictiva. De manera que las precauciones comienzan a ser cada vez menores y muchas veces, se toman decisiones, aparentemente, de riesgo relativo, que exponen a la recaída.

La toma de estas decisiones que en apariencia pueden parecer inocuas, pero que albergan una amenaza real ya que, las recaídas que ocurren más adelante suelen estar directamente asociadas con estas microdecisiones.

Aprende a regular los estados emocionales adversos

Los estados emocionales adversos pueden contribuir a las recaídas entre las personas que aprendieron a combatirlos con la adicción. Por eso, es importante aprender a identificarlos, discriminarlos, aceptarlos y poder comunicarlos a los demás, así como aprender adecuadas estrategias de relajación, con las que mediar respecto a las emociones difíciles y la ansiedad.

Traza un balance decisional

Este puede ser un ejercicio de gran ayuda para las personas que desean hacer un cambio en sus vidas. Se trata de dedicar un tiempo a escribir en un papel sobre las ventajas e inconvenientes previstos del nuevo escenario, en el que se detalle todo lo bueno que se desea lograr abandonando la adicción.

Puede resultar útil llevar este papel encima cuando se prevé la inminencia de alguna situación de riesgo y leerlo cuando se estime oportuno.

Es una buena manera de reactivar los procesos neurológicos (corteza prefrontal) que ayudan a la persona a potenciar la sensación de autocontrol y evitar la recaída.

Photo by Carlos Macías on Unsplash

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